La vida y la muerte de Salvo Lima son el mejor ejemplo para explicar cómo se relacionan mafia y política en Sicilia. Protegido del alcalde palermitano Vito Ciancimino, político salido de los años democrisitanos de Amintore Farfani, Salvo Lima fue responsables del llamado 'Saqueo de Palermo' de los primeros años sesenta. Una década en la que la ciudad pasó a ocupar miles de nuevas hectáreas, con el consiguiente llenado de bolsillos para promotres y constructores de oscura procedencia. La jugada fue preciosa. Uno de los oficiosamente responsables de construir una considerable cantidad de edificios resultó ser el guarda que vigilaba la obra. Y así muchos más. Políticos como Lima y Ciancimino se llenaron los bolsillos de una manera exagerada. Fue la época en que Cosa Nostra vio en el hormigón un gran filón que explotar. Claro que para ello necesitaba una alianza con los principales responsables políticos, léase Democracia Crisitana, léase Ciancimino, alcalde de Palermo, léase Salvo Lima, y léase grandes hombres de Roma, con Giulio Andreotti en los primeros puestos.
Peor nada dura cien años, ni siquiera el salvaje asalto al tesoro público que estos hijos de la iglesia practicaron. La subida al poder en Cosa Nostra de los corleoneses puso en el punto de mira a los 'amigos políticos'. La alianza político-mafiosa pasaba a ser una discreta relación que acabaría disolviendose en los años del maxiproceso, allá por 1986.
El maxiproceso a la mafia no terminaba de inquietar a los grandes hombres de honor. La consigna era que todo el juicio y sus sentencias acabarían refutadas por el tribunal Supremo y Constitucional. De ello se encargarían los políticos afines. Pero no fue así. Ni siquiera los políticos pudieron actuar contra la labor de los jueces antimafia. En los primeros días de 1992 la sentencia del maxiproceso se ha´cía efectiva. No cabían más reclamaciones. No había más recursos. Los grandes capos irían a la cárcel, y sus fortunas pasarían a ser de dominio público. Antes de eso, Salvo Lima se había ido con la música a otra parte, concretamente a la Eurocámara, donde fue parlamentario.Cosa Nostra entendió su 'retirada' a Europa como un abandono. Lima no cumplió su parte del trato, y abandonó a la mafia cuando más se le necesitaba.
Si las sentencias del maxiproceso se cumplían, Cosa Nostra iba a hacer cumplir también las suyas. El 12 de marzo de 1992 un comando acababa con la vida de Salvo Lima en el barrio residencial de Mondello. No sería el único. También caería Ignazio Salvo, uno de los hombres más ricos de la isla, hombre de honor de la famillia de Salemi y puente entre la familia mafiosa y la Democracia Cristiana de Sicilia y Roma.
El juez Giovanni Falcone vio en el asesinato de Lima el principal signo de que algo estaba cambiando: Cosa Nostra estaba cumpliendo sus sentencias. Sabía que él mismo estaba en la lista. Si el maxiproceso tenía un final de cárcel para los mafiosos, sus responsables también tendrían un final. Y los políticos 'amigos' que dejaron actuar a los jeces también. Por eso Salvo Lima está muerto.
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