Las cosas estas de morir en una pizzería italiana en Alemania también tienen un porqué. Se baraja que el San valentín italiano sea la respuesta de la alianza Nirta-Strangio al asesinato de la mujer de Giovanni Luca Nirta a manos de efectivos de la alianza rival, gente de los clanes Vottari, Romeo y Pelle, a los que pertenecían los sesis fallecidos. La respuesta a la muerte de la señora Nirta habría que buscarla más atrás, y quizá así hasta un día en que un señor compró un burro a otro y no se lo pagó por un quítame allí esta herradura.
¿Suena creible? ¿De verdad puede la prensa ofrecer tan ricamente historias de criminales como si fueran personajes sacados de un libro? ¿Como si fueran bandoleros a lo Curro Jiménez, o a lo Pernales, que cae más cerca?
El pueblo de San Luca, en la Lócride, no es ni peor ni mejor que el pueblo de al lado, que no sé cuál es. No es el centro de la mafia calabresa, porque la mafia calabresa está en todas partes, allá donde llegue el dinero. Como Cosa Nostra. Como la Camorra. Como todos los grupos criminales que se agarran a los grandes capitales para gobernar un territorio.
Empeñados en presentar la ndrangheta como una peculiaridad regional, como algo folklórico, a los medios se les 'olvida' que detrás de cada muerto hay una razón de peso: el dinero. Matar sólo es demostrar la fuerza, responder a una provocaciónb, reafirmar el poder. Parece mentira, pero en verdad no hay niguna razón para morir dentro del pensamiento mafioso. Se mata porque el negocio lo pide. Se muere porque algún negociante quiere más, o quiere que los tuyos sepan que quiere más. Seis muertos, o seis mil. Ganar dinero al estilo mafioso implica tener que hacer cosas así. Alguno podrá pensar que es como algunos gobiernos cuando mandan a morir a sus ejércitos para poder reflotar la industria. Igual sí es así. Lo malo de la ndrangheta es que toda Europa es San Luca. No es que el dinero lo pueda todo, sino que se tiene que poder con todo cuando es dinero lo que se quiere.
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