Es difícil imaginar, pero puestos a imaginar un lunes por la mañana, se puede pensar en un presidente regional que, después de ser condenado por: revelar secretos de la policía a personas investigadas por su relación con Cosa Nostra; favorecer conscientemente a determinadas personas, como Michele Aiello o Giusepe Guttadauro, el primero responsable de la sanidad siciliana, reconocido y acusado como enlace político de Cosa Nostra, el segundo capo mafioso de Brancaccio y testaferro del mismísimo Bernardo Provenzano; imaginemos a un presidente que, después de haber anunciado que dimitiría si era condenado, ahora dice que no lo hará porque la condena le relaciona con personajes particulares, no se habla en la sentencia de “favorecer a Cosa Nostra”, sino a singulares hombres de honor. Toma castaña. Un jefe político, representante de todos los sicilianos, auto erigido combatiente de la mafia, es condenado a cinco años por todo esto y se queda en su lugar. La culpa, una vez más, no es suya, sino de jueces, magistratura periodistas... Salvatore Cuffaro, presidente de la región de Sicilia, del partido UdC, se queda en su puesto. Espero que alguien fuera de Italia se acuerde de él cuando se habla de mafia, de política, y de relaciones, de amigos y amigos. Estos son los protectores. Gente como Cuffaro, y sus amigos banqueros, industriales, médicos de renombre... Ellos son el tercer nivel, que diría Falcone, el nivel más alto que maneja a los pardillos que luego disparan y aparecen esposados en un coche de Carabinieri, y que los medios presentan como los malos malísimos.
lunes, enero 21, 2008
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