miércoles, septiembre 12, 2007

Cuando sonaban las explosiones













Todas estas imágenes rememoran los años en los que el lado militar de Cosa Nostra optó por hacer la guerra abierta al Estado. Bombas, como en Irak ahora. Bombas en monumentos. La iglesia de San Giovanni Laterano, en Roma, la galería Ufizzi, en Florencia. Bombas a jueces y funcionarios del Estado como única salida para mantener el régimen. Los Corleoneses optaron por la guerra abierta porque era la angustiosa manera de mantener el poder, de no ser barridos por sus aliados. Porque habían fallado, porque habían perdido la batalla anterior. En Cosa Nostra no te llega una carta de despido. Si alguien no cree en tí, te elimina, y se coloca él. Antes de que eso ocurriera los corleoneses se pusieron a dejar bombas en todas partes. Una de ellas falló delante del estadio Olímpico de Roma, en un Roma-Lazio. De haber explotado tal como estaba preparado lo hubiera hecho en medio de un auténtico gentío.
Ahora los jefes vivos de los corleoneses parecen querer amenazar con una vuelta a la violencia. Entre ellos se escriben postales donde sale el mismo estadio Olímpico, o se dejan mensajes con ocultas referencias a Forza Italia. Provenzano no está, y sus sucesores huyen de cualquier ruido que pueda perjudicar el negocio. No van a volver las bombas, pero tampoco nadie se va a ir de su negocio. Sólo cuando el estado les obligue a defenderlo con sangre, volverán las bombas. Pero que nadie piense que auqne no haya bombas ellos no están.
















lunes, septiembre 03, 2007

LOS AMIGOS DE AMIGOS...


Son mis amigos. Vaya lío. De la entevista publicada por El País al magistrado Gherardo Colombo me quedo con la lección de ética de la parte sana, que también es grande, en la sociedad italiana. Cuando vean en la televisión imágenes de los capos, de los boss camorristas, sicilianos o calabreses, no piensen en sus jefes como pastores, campesinos o "provenzanos" que viven en una casona de campo. Piensen en Giulio Andreotti, gurú de toda la política italiana desde que acabara la Segunda Guerra Mundial, y culpable de colaboración con la mafia mientras fue primer hombre del Gobierno. Aunque el delito haya prescrito también. Piensen en Salvo Lima, honorable de la sociedad siciliana, Eurodiputado cuando tuvo que alejarse de sus amigos de Cosa Nostra, y muerto a tiros después por el feo hecho a quienes cayeron en el maxiproceso. Piensen en la Logia P2, a la que perteneció la crème de la crème de la industria, la banca y el Vaticano, con los servicios secretos a sus pies; jefes como Gelli y como Silvio Berlusconi. Apunten alto para buscar a alguno moviendo los hilos, porque ahí están los jefes, los protectores. Los sicarios disparan confiados, porque saben que alguien hará algo por ellos si pueden.

sábado, septiembre 01, 2007

A VER SI ME EXPLICO


Las cosas estas de morir en una pizzería italiana en Alemania también tienen un porqué. Se baraja que el San valentín italiano sea la respuesta de la alianza Nirta-Strangio al asesinato de la mujer de Giovanni Luca Nirta a manos de efectivos de la alianza rival, gente de los clanes Vottari, Romeo y Pelle, a los que pertenecían los sesis fallecidos. La respuesta a la muerte de la señora Nirta habría que buscarla más atrás, y quizá así hasta un día en que un señor compró un burro a otro y no se lo pagó por un quítame allí esta herradura.

¿Suena creible? ¿De verdad puede la prensa ofrecer tan ricamente historias de criminales como si fueran personajes sacados de un libro? ¿Como si fueran bandoleros a lo Curro Jiménez, o a lo Pernales, que cae más cerca?

El pueblo de San Luca, en la Lócride, no es ni peor ni mejor que el pueblo de al lado, que no sé cuál es. No es el centro de la mafia calabresa, porque la mafia calabresa está en todas partes, allá donde llegue el dinero. Como Cosa Nostra. Como la Camorra. Como todos los grupos criminales que se agarran a los grandes capitales para gobernar un territorio.

Empeñados en presentar la ndrangheta como una peculiaridad regional, como algo folklórico, a los medios se les 'olvida' que detrás de cada muerto hay una razón de peso: el dinero. Matar sólo es demostrar la fuerza, responder a una provocaciónb, reafirmar el poder. Parece mentira, pero en verdad no hay niguna razón para morir dentro del pensamiento mafioso. Se mata porque el negocio lo pide. Se muere porque algún negociante quiere más, o quiere que los tuyos sepan que quiere más. Seis muertos, o seis mil. Ganar dinero al estilo mafioso implica tener que hacer cosas así. Alguno podrá pensar que es como algunos gobiernos cuando mandan a morir a sus ejércitos para poder reflotar la industria. Igual sí es así. Lo malo de la ndrangheta es que toda Europa es San Luca. No es que el dinero lo pueda todo, sino que se tiene que poder con todo cuando es dinero lo que se quiere.