viernes, abril 10, 2009

EN EL BAÚL DE LOS RECUERDOS

Buscando en el archivo encuentro esta noticia de cuando Albacete fue lugar de arresto de un notorio boss camorrista, em 1997. Roberto Saviano habla en su libro de Nunzio de Falco, de la guerra contra los Schiavone, y de cómo De Falco ordenó el asesinato del párroco Peppino Diana. Mi periódico valía entonces 125 pesetas, y lo recogió así:







miércoles, abril 01, 2009

LOS ORÍGENES

Leo un artículo de Miguel Ángel Bastenier sobre la Narcoguerra en México y Colombia. Dice poco de nuevo, pero me parece justo corregir su referencia a la mafia en Sicilia. Dice Bastenier que "la mafia siciliana nació en el siglo XIX para saquear el Estado, pero también fue un servicio de auxilios al pequño campensino y jornalero contra los abusos de la propiedad latifundista". Como El País tiene miles de elctores -y este blog sólo unos pocos- será irremediable que tal cosa llegue a la opinión general. Sólo me queda explicar aquí que es justo lo contrario de lo que dice Bastenier. El origen de una criminalidad con una organización más o menos estable se remonta al siglo XIX en Sicilia, desde luego, y justo a la época de la unificaicón italiana (década de 1860). Pero ya se imaginan que no nació para "proteger" a los campesinos. El campo siciliano era entonces todavía reflejo del sistema feudal, y los grupos mafiosos no hacía sino proteger los intereses de los grandes latifundistas (campos limoneros de Palermo, grandes fincas) frente a la amenaza de la clase social burguesa que podía comenzar a aparecer. Con poco que se conoczca de la historia de Sicilia basta para saber que la Mafia nunca ha protegido a ningún desprotegido; eso no da dinero; la pasta está en alinearse con el poderoso. Aún quedan visiones sesgadas que parecen rememorar una mafia buena a la que recuerdad -sin conocer lo que fue- con algo parecido a la nostalgia.
Lamento que una persona que se considera instruida y capacitada para aparecer en el diario de información general más vendido en el país, escriba con poco rigor. Lo lamento, pero no me sorprende. Bastenier -y el propio periódico- es muy amigo de modelar la historia.

martes, marzo 24, 2009

PERIODISTAS Y MAFIA

Traduzco aquí un artículo en el que entramos los periodistas. Me parece muy interesante. Su autor es Claudio Fava, hijo de Giusseppe Fava, el periodista asesinado en Catania por Cosa Nostra en 1984. Habla de una experiencia de los años 90, muy ilustrativa de la situación de entonces, y muy propicia para crear paralelismos con la situación -de unos y de otros- en 2009.

Las ocasiones perdidas para luchar contra la mafia

Desde los años 90 Sicilia no es una isla en guerra: es una tierra invadida y ocupada. El 80% del gasto público se controla directamente por las familias mafiosas; las subcontratas son cosa suya, desde los movimientos de tierra al mercado del hormigón.
En las razones del brusco declive de los caballeros del trabajo está Cosa Nostra: Suyas son las empresas, creadas y desmanteladas según sus necesidades, siempre al asalto de los contratos públicos. En estos asaltos, en lugar de la bayoneta se prefieren las técnicas refinadas del capitalismo extremo, capaces de aprovecharse de los huecos de cada bando. De rebajar las ofertas. De distribuir las ventas con la mano experta de quien reparte las cartas en la mesa de póquer.
Estas cosas ocurren en el país de la verdad. Pero en los decorados locales de su periódico, Mario Ciancio vive y gobierna como si Catania fuese la ciudad del sol, y Sicilia una tierra bendecida por los dioses. En las columnas de su diario no se habla nunca de amigos de los mafiosos, de locales saqueados, elecciones amañadas o administradores corruptos. Y, si no hay más remedio que dar la noticia por razones judiciales, son siempre las palabras de los abogados defensores las que dan la versión de los hechos; se insinúan dudas sobre la acusación, y se recita el rosario del equívoco. Un vicio antiguo, la reticencia. Cuando asesinaron al General Dalla Chiesa, los periódicos de todo el mundo publicaron el nombre de Nitto Santapaola como el posible dirigente del ataque mafioso en la vía Carini. El único periódico que omitió la noticia sobre los responsables y el nombre de Santapaola es La Sicilia (el diario de Mario Ciancio).

La Sicilia, el único diario que, el día después, frente a la evidencia de los hechos, inventará en el titular un embarazoso virtuosismo verbal: “Un conocido capo”. Todo con tal de no pronunciar en vano el nombre de Santapaola. En aquellos años vendría evocado en pocas, en contadas ocasiones: por ejemplo, para informar de la muerte de su padre, quien fue recordado en la crónica con palabras de sufrido respeto. El mismo respeto que se usa para los hombres de Estado o los padres de la patria.
Hay un episodio en el comienzo de los años 90 que da la cifra exacta del grado de sometimiento a la mafia. A la familia Ercolano, cercana a Santapaola, se le atribuían dos encargos: el de asesinar, ocupándose personalmente de los homicidios o dejándoselos a su equipo de sicarios. Mientras, al padre Giusseppe le tocaba reciclar el dinero de la familia a través de empresas de transporte, salas de juego, supermercados. A veces ocurría que las dos actividades se superponían. Por ejemplo, cuando había que escoltar al gran capo Nitto Santapaola de un refugio a otro durante su clandestinidad. Entonces era Giuseppe Ercolano quien se ocupaba de buscar un camión en el que el boss pudiera viajar cómodo, mientras el hijo, Aldo, se ocupaba del servicio de orden, de garantizar una gacela de los carabineros para hacer de escolta motorizada, en el caso de que se encontrarán un puesto de control.
Es en este clima de falta de pudor en el que el nombre de Giuseppe Ercolano se ensarta, casi obligadamente, en un informe de policía. Aquél informe acabó en manos de un joven periodista, un biondino, como se solía decir a los periodistas precarios, aprendices sin contrato que no tenían ni un espacio propio en la redacción. El biondino era Concetto Mannisi, y de la redacción lo mandaban cada mañana a hacer la ronda de los hospitales, a recoger los señalamientos en los tribunales, a hacer la lista de los estancos atracados. Aquél día tuvo suerte: se encontró con la denuncia a la autoridad judicial con la referencia a uno de los Ercolano. Y Mannisi, claro está, dio la noticia, recogiendo fielmente cuanto estaba escrito en el informe de los carabineros.
El día después, cuando el biondino puso los pies en el periódico, el redactor jefe lo llamó y lo llevó al despacho del editor. Allí le esperaba, junto a Mario Ciancio, Giuseppe Ercolano. Buscado, pero todavía inexplicablemente en la calle. Y por supuesto, libre de venir a protestar con el jefe del diario por el artículo poco correcto sobre sus asuntos. En cualquier otra redacción, si un mafioso llegara a protestar por una noticia (verdadera) que le incriminaba, el director hubiera llamado al 113 (la policía). Mario Ciancio en cambio recibía a Ercolano en su despacho, llamaba al periodista culpable de haber dado la noticia (verdadera) y, en presencia del capo, le daba esta solemne advertencia: “¡Que nunca más se te ocurra llamar mafioso al aquí presente señor Ercolano!”. En verdad, lo han escrito los carabineros, se justificaba el periodista. “Nosotros no somos carabineros”, replicó Cancio, y lo que ellos hayan escrito en su informe no nos importa. Ercolano, recostado en el sillón, asiente con paternal silencio. Eran sus últimos días de gloria: lo arrestaron pocos meses después bajo la acusación de asociación mafiosa. Para los jueces, Ercolano es el regente de la Familia, capo indiscutible de la cosca (familia mafiosa) por cuenta del cuñado Santapaola. Para Ciancio, en cambio, es sólo un honorable comerciante.
En cualquier otra ciudad del reino sólo el relato de esta ridícula charla hubiera hecho intervenir a la Asociación de la Prensa (para solidarizarse con el periodista que ha llamado mafioso a un mafioso), la Orden de los Periodistas (para retirar el carné a Mario Ciancio), la Procura de la Repubblica (para abrir un proceso penal). En cualquier otra ciudad. No en Catania, y no en los dominios de Mario Ciancio. Desgraciadamente por una razón: la representación en aquellos días del sindicato de periodistas y el Orden en Sicilia son dependientes de Ciancio. Y el procurador es un buen amigo del editor, y le ha acompañado en su carrera con discreción. ¿Están sorprendidos? ¿De qué? ¿De un tribunal adiestrado para comportarse como un gatito? ¿O de un sindicato de periodistas incapaz en 12 años de constituirse en acusación popular en el proceso contra los asesinos de Giuseppe Fava? Pero después, ¿creemos de verdad que tenemos el derecho de sorprendernos? ¿De mirar las cosas obscenas de estos tiempos, con el alma ligera de quien no sabe, no entiende, no imagina? Esta ligereza la hemos perdido, amigos míos. La hemos cambiado por el sueño tranquilo, por caminos calmados, por providenciales amnesias. Para dar un ejemplo, ¿cuántos conservan en la memoria lo que recoge la sentencia que absolvió al senador Giulio Andreotti después de que hubieran prescrito sus delitos?

(Andreotti) Un padre de la patria señalado como el garante político, hasta 1980, de las familias mafiosas de Palermo y afortunado por el demasiado tiempo que separa el proceso judicial de aquellos sus pecados: sería bastante para querer escribir la historia de esta patria, pero nadie tiene ganas de hacerlo. Mejor seguir sonriendo cuando el senador (Andreotti) aparece en televisión. Verle –desde la derecha y la izquierda- como a un verdadero estadista, y mientras olvidar aquella sentencia y las terribles historias que cuenta. Viejas rencillas. Cosas antiguas. Polvo de archivo.
Claudio Fava

miércoles, febrero 18, 2009

PRECISAMENTE...

Por lo que decía ayer, dejo aquí un enlace al artículo de El País sobre el libro de Forgione. Yo hablaba del Efecto Gomorra. Ellos, del Nuevo Saviano.

martes, febrero 17, 2009

EL EFECTO GOMORRA O LA MAFIA EN ALCAMPO

Libro de Lodato, edición italiana, y libro de Forgione, en edición española

Comienzo a leer el libro 'Ndrangheta, editado en España por Destino, y escrito por Francesco Forgione, presidente de la primera Comisión Parlamentaria encargada de investigarla, aunque esta comisión se clausuró de un portazo con el regreso de Berlusconi. Me llama la atención el parecido de la portada con el del libro de la izquierda, editado en Italia, y dedicado a Cosa Nostra. Se trata de Trenta anni di mafia, de Saverio Lodato, libro que compré en mi último paseo por Nápoles. No obstante, en la edición italiana del libro de Forgione no se ha "copiado" ese diseño, como se puede comprobar.
Original del libro en la edición italiana

Respecto a lo leído del libro de Forgione, hay que subrayar que se trata del mismo informe que realizó la citada comisión, lo que da al estilo narrativo un cariz muy diferente al de otras publicaciones recientes sobre otras formas de mafia en Italia. Se trata de un libro más difícil, más técnico, más profundo. Por ejemplo, cuando se lee sobre el dominio de la Ndrangheta territorio por territorio, el informe documenta cada provincia calabresa -son cinco-, y en cada provincia cada área; en cada área pueden aparecer más de 10 nombres de familias (en este caso ndrine), por lo que es fácil perderse.


Otro aspecto que me sorprende es el interés editorial por traer al castellano publicaciones rigurosas muy especializadas que antaño no habían tenido eco. Es lo que puede llamarse el Efecto Gomorra, que lleva a que se fijen en estos éxitos editoriales los sólo aptos para bestsellers. De hecho, yo el libro me lo compré en Alcampo (perdonen mis libreros).