miércoles, agosto 02, 2006

¿Cómo capturar al capo dei capi, después de cuarenta años?

Una bolsa de plástico de los supermercados SPAR delató al capo dei capi de la Mafia, Bernardo Provenzano, y acabó con sus 43 años de increíble huida. Un pequeño detalle, sobre el que se fija un ojo... y todo cambia. Así fue cuando los investigadores de la policía italiana vieron salir de la casa de Calogero Lo Bue, en Corleone, la que parecía la misma bolsita de plástico que su hijo Giuseppe había recogido días antes en casa de los familiares de Provenzano. ¿Una coincidencia? ¿O no? "Un pizzino [papelitos a través de los que el boss comunicaba con el exterior] se mete en un bolsillo, es imposible de seguir. Pero una bolsa no...", dice, en una conversación telefónica desde Italia, Renato Cortese, el jefe policial que entró el primero en el refugio del boss, a poca distancia de Corleone, el pasado 11 de abril.
Tardarían meses en reconstruir todos los eslabones de la cadena hasta el refugio del capo. Y llevaban años intentándolo. Siete, en el caso de Cortese. Pero el momento decisivo fue ése, esa bolsa saliendo... ¿hacia dónde?
"En enero de 2004 detuvimos a gran parte de la familia mafiosa de Villabate
[en la provincia siciliana de Palermo], la que ofrecía en ese momento protección al boss", relata Gilberto Caldarozzi, el director del Servicio Central Operativo (SCO) de la Policía, el hombre que coordinó la operación. "Perdido ese apoyo, Provenzano decidió volver cerca de Corleone, donde podía contar con un ambiente de confianza absoluta, con el respaldo y la discreción de su gente".
El problema era la dificultad de operar en un territorio hostil, en el que ninguna cara nueva pasa inadvertida. "Empezamos a colocar videocámaras", recuerda Cortese, que también pertenece al SCO. "Nos disfrazábamos de empleados de Telecom Italia o de la compañía eléctrica y las instalábamos". Y a mirar, con paciencia. A discutir sobre lo filmado, con los miembros del equipo especial de búsqueda de Provenzano. Unos treinta hombres -al mando de Caldarozzi, Cortese y Giuseppe Gualtieri, de la policía de Palermo, y de la fiscalía antimafia- que en los últimos dos años y medio no han pensado en otra cosa que en detener al hombre que sustituyó en la cúpula a Totò Riina tras su caída en 1993. "Provenzano era el jefe, y lo fue hasta la captura, como demuestra la correspondencia que hemos encontrado en su refugio, procedente y dirigida a todos los más altos mandos de la Cosa Nostra", observa Caldarozzi.
Las bolsas salían de casa de Provenzano, se quedaban unos días en casa de Lo Bue y luego pasaban por las manos de Bernardo Riina y Giovanni Marino, el titular de la finca donde se alojaba el boss. Entre los dos extremos del recorrido no había más de cinco kilómetros. A veces tardaban más de una semana en completarlo.
Una vez reconstruida la pista hasta el refugio de Montagna dei Cavalli faltaba por determinar si ése era el destino o una etapa más del recorrido. "Empezamos a controlar el lugar. Una labor muy difícil, porque se trata de una zona por la que no circula casi nadie", prosigue Caldarozzi. "Una intervención inoportuna habría quemado todo el trabajo".
Pero del escondite no salía nadie. "Horas y horas de observación. El que estaba dentro no salía ni un minuto al día. Provenzano vivía como una bestia en su cubil. Dormía en un saco de dormir. Todas sus cosas estaban recogidas en pocas bolsas, listo para huir. Las ventanas, tapadas, para que de noche no saliera ni un rayo de luz. Creo que ese hombre es más libre ahora en la cárcel de Terni [en el centro de la península] de lo que ha sido antes. Por lo menos puede ver a sus familiares tranquilamente", relata el director del SCO.
El día 11 de abril, la enésima bolsa llega a su destino. Ya está claro que no prosiguen nunca el camino. Se abre la puerta, hay alguien dentro. Ya está bien. "Estábamos apostados en dos casuchas en los alrededores", cuenta Gualtieri desde Sicilia. "Nos lanzamos, con unos coches y una furgoneta". Poco personal, poco ruido, para evitar que se les note. En todo caso, están tan cerca que en unos minutos alcanzan la finca.
"Cuando abrí la puerta, él estaba justo detrás", relata Cortese. "Intentó mantener cerrada la puerta, pero sólo un momento. Entré. Después de años de tenerle en la cabeza, de buscar su mirada en la mirada de la gente con la que me cruzaba, lo tenía enfrente y era exactamente como le había imaginado. Tuvo un momento de sorpresa, pero enseguida se dio cuenta de que se había acabado su huida. No negó ser él [como se ha escrito en la prensa]. Era tan evidente todo, que hubiese sido una tontería. Y no es tonto". En el rato que estuvieron juntos, Cortese -que tiene en su historial la detención de capi mafiosi como Brusca, Aglieri e Vitale- pudo oírle varias veces invocar a Dios y la Virgen y pronunciar: "No sabéis el error que estáis cometiendo".
¿Dónde estuvo y cómo pudo escaparse durante 43 años? Caldarozzi avanza su punto de vista. "Creemos que, básicamente, Provenzano se mantuvo en Sicilia todo este tiempo, en la provincia de Palermo. Y pudo escaparse por su bestial capacidad de aguante en condiciones de vida horribles. Provenzano es un campesino, y su forma de vida espartana le ha permitido no cometer errores. En todos estos años apenas vio a su familia".
La familia -mujer y dos hijos- aguantó durante todo esos años con inquebrantable firmeza. La policía vigila estrechamente sus movimientos desde hace tiempo. "Nunca nada. No pudimos captar ni una palabra fuera de lugar... Los hijos aparentemente no llevan una vida relacionada con la Mafia. Pero está bien claro que saben perfectamente quién es su padre y han cuidado mucho el no dar pistas para capturarlo...", dice Caldarozzi.
Cortese, Caldarozzi y Gualtieri han sido recientemente ascendidos por méritos extraordinarios.
Lo Piccolo y Messina Denaro, aspirantes a sucesor
"Es todavía pronto para afirmar con certeza cuáles serán los nuevos equilibrios en la Cosa Nostra tras la captura de Provenzano, pero está claro que las figuras de Salvatore Lo Piccolo y de Matteo Messina Denaro son las de mayor envergadura", comenta Gilberto Caldarozzi, director del Servicio Centrale Operativo (SCO) de la policía italiana.
El primero, explica, es un boss del área urbana de Palermo. El segundo, de Trapani, de la Sicilia occidental, "pero con fuertes proyecciones en Palermo".
Las maniobras de sucesión se están produciendo con mucha cautela. "Ellos no saben exactamente lo que hemos encontrado en el refugio de Provenzano y por eso están a la defensiva", prosigue Caldarozzi. "Además han aprendido bien la lección, la estrategia de la inmersión. Saben que para sus actividades es mejor no hacer ruido, no llamar la atención".
Las maniobras de sucesión fueron además duramente dificultadas por la operación policial del pasado mes de junio, en la que se detuvo a unos cincuenta supuestos mafiosos. "Entre ellos", según explica Raffaele Grassi, el dirigente del SCO que coordinó la operación, "había 6 capi mandamento y 11 capi famiglia". Es decir, 'peces gordos'. "La capacidad de mediación de Provenzano había suavizado en la última década las fricciones entre los clanes". El boss se preocupaba de que todos los grupos mafiosos tuviesen ingresos satisfactorios y de que las familias de los presos tuviesen el respaldo adecuado. "Así evitaba que se abrieran grietas en la estructura", observa Caldarozzi. La filosofía del capo era la del "come y deja comer".
"El riesgo es que ahora, pese a saber que no les conviene, los grupos desaten una contienda por el poder. La operación de junio, que ha diezmado particularmente la Cosa Nostra de Palermo, representa un freno importante a ello", prosigue Grassi.
Los expertos consideran probable que, tras las dos últimas décadas de dominio de los Corleoneses (Riina antes y Provenzano después), Palermo vuelva a ser el epicentro de la Cosa Nostra. Y que, gane quien gane, una vez establecida una nueva cúpula debería mantenerse la estrategia de la inmersión.

ANDREA RIZZI - Madrid

(Extraido de la edición de El País del pasado 30 de julio. Gracias a Miguel, por la pista)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta poder encontrar cosas para los demás, aunque en este caso no supuso esfuerzo y sì placer.
Poco a poco prometo aprender